"Soy un ciudadano ejemplar. Voto siempre cada cuatro años… veo diariamente los programas del corazón en la tele y los sábados el fútbol… pago todos mis impuestos… tengo una cuenta en Facebook con muchos amigos que no conozco; hago mis compras en una gran superficie de consumo con mi tarjeta de crédito… no me meto con nadie… aunque esto de los inmigrantes no sé, no sé… opino en todo lo que opina la mayoría… que puede que venga a quitarnos nuestro trabajo… este año cambiaré de coche… no doy problemas a las autoridades y en el trabajo procuro no tener problemas: obedezco y punto… En definitiva, cuando me miro al espejo por las mañanas me digo a mí mismo: soy un ciudadano ejemplar". (Memorias de un Ciudadano Ejemplar)
¿Tiene la educación, guardada en su interior, la semilla de la utopía? Consideramos este interrogante crucial para comenzar un nuevo siglo y un nuevo milenio. La Escuela, como servicio público a cargo del Estado, surgio en el contexto de unas determinadas coordenadas historicas y lo hizo reciclando las aspiraciones seculares del pulpito: de la doctrina moralizadora de la Iglesia que inculcaba en la mente del pueblo la existencia de un orden natural y divino compuesto de se ores y vasallos y de un mundo escindido por el azufre y el incienso, la Escuela empezo todo su mejor menester en un adoctrinamiento mas profano pero que tambien seguia reconociendo la esencia intangible e intocable de una sociedad segmentada por cuotas de poder. En la sociedad digital, en la misma sociedad donde se ha globalizado la informacion, la economia y hasta las ideologias, la Escuela y la Iglesia han abandonado sus ancestrales discursos y ya no son los conductores del pueblo. Tampoco son ya instrumentos del poder, de un poder nebuloso y difuso que es capaz, incluso, de convertir las democracias en sutiles totalitarismos, porque mantener al rebaño perplejo -en palabras de Noam Chomsky- es la ocupacion mas relevante de un poder que instrumentaliza los medios de informacion de masas y las nuevas tecnologias hasta convertirlos en eficientes narcoticos sociales surgidos de las entra as de la cultura de masas y con el inconfundible sabor a lo genuinamente americano (consumo, luego existo). Solo viendo la brecha abisal e insalvable que se abre a nuestros pies entre paises ricos y paises pobres, entre ciudadanos afortunados y ciudadanos desheredados de toda fortuna, podemos imaginarnos las revoluciones que aun nos quedan pendientes en la faz del planeta azul y que mas bien son lacras consustanciales con nuestra propia condicion humana que conflictos temporales y localizados. Las cifras de la barbarie -humanidad analfabeta, humanidad hambrienta, humanidad ensangrentada por las guerras...- fluctuan al alza como los indices bursatiles enloquecidos por la fiebre especulativa que hace -por generacion espontanea- crecer mas dinero del dinero a la vez que mas injusticia de la injusticia (una de las verdades dogmaticas del Pensamiento Unico sostiene que los parias son los unicos responsa
Editorial de la Universidad de Huelva 9788495089731
Dirigido a estudiantes y profesorado en general, pretende ser una reflexión sobre el papel que debe desempeñar la Escuela en una sociedad tecnológicamente avanzada. Huyendo de extremos tecnófilos y tecnofobos, la Escuela ha de replantearse su discurso pedagogico en un futuro ya presente que aspire a conseguir personas con la suficiente autonomia critica capaces de interpretar de una forma reflexiva la realidad de los medios y personas capaces de transformar la realidad en que viven.