Urbanismo, Derecho urbanístico, ciudad... La ciudad debe ser al fin y al cabo el espacio, la frontera de nuestras posibilidades y de nuestras limitaciones, el centro en el que lo importante se decida, el circulo donde todo ha de ordenarse, la perspectiva en la que nuestra civilizacion, construida a base de milenios, devociones y miedos, cobre su verdadera dimension. Pero la ciudad debe ser asimismo forma, figura de elegancia, mocedad, arruga del tiempo, surco de la laboriosidad de las gentes, hueco de sueños, molde de aventuras... Y al tiempo que callada quietud ha de representar el movimiento, la dispersion y la agitacion pues que es lugar de transito, de paseo, punto de partida, de llegada, de huida, encrucijada donde se produce el choque vivido y fecundo de culturas ... La ciudad debe ser el lugar donde el monton se ha de convertir en muchedumbre y la muchedumbre en pueblo, y el pueblo en ciudadania, y la ciudadania en soberania resuelta y altiva. Porque la calle, nervio de la ciudad, es el escenario donde siempre se ha revolucionado todo lo que era imprescindible revolucionar, bien tomando la Bastilla, bien acercandose a colgar las 95 tesis de un clavo en la puerta de la iglesia en Wittenberg. La calle, siempre la calle de la ciudad, como palanca del cambio liberador y como ejemplo de vida pujante, de impetu arrollador (los pueblos arabes avanzan poco porque sus ciudades tienen muy estrechas las calles) pues sabemos que, cuando quiere crecer, la calle destruye sin miramientos el obstaculo, sea la muralla, sea el barrio vetusto que la encorseta. En el urbanismo moderno, los "ensanches" del siglo XIX han de ser vistos como las branquias por las que pudo respirar la ciudad que se ahogaba. Y es que la ciudad, como el ser cabal que es, respira y es justamente su respiracion fatigosa o acompasado, vital o mortecina, la que acaba marcando el ritmo de nuestras vidas y por ello no es lo mismo vivir en una ciudad levitica y sofocante, de rancias ceremonias, que en una ciudad abierta a los soles y a las estaciones, confiada y natural, de la misma forma que no es lo mismo disponer de un corazon robusto que de uno labil e interino. La ciudad nos debe tran
Ver más