Desde mediados del siglo XIX el nexo entre la palabra escrita, como medio de comunicación textual, y la mirada dibujada, como memoria gráfica, otorgó un nuevo estatus, en primer lugar, a los textos de los viajeros románticos y a los relatos literarios y, en segundo lugar, a las revistas ilustradas y a la prensa. Esta fusión de texto e imagen auspició nuevas perspectivas a una renovada estética que incidió en la conformación europea de Oriente y el Magreb, percibidos de forma tan exótica como alejados de los trillados itinerarios de la civilización occidental. Al igual que ocurrió desde el Renacimiento con la utilización de la cámara oscura por grandes pintores como Leonardo da Vinci, Alberto Durero, Johannes Vermeer o Canaleto, en el novecientos los textos impresos permitieron reenfocar las imágenes y llevar a sus autores a una nueva reflexión sobre los innovadores modos de gestión de la mirada histórica. Alimentados de la belleza de la imagen, los grabados desempeñaron un papel crucial en la estructuración del imaginario europeo. Nutrieron de ensueños las láminas de los libros y se generalizaron con las publicaciones periódicas ilustradas. Muchas de ellas destacaban desde su cabecera esta condición bajo el lema de La Ilustración, un título que, además, parecía conllevar el concepto filosófico y enciclopedista del término, que se remontaba hasta la época de las luces. En efecto, el siglo XVIII europeo fue un periodo brillante del libro ilustrado, como el siglo XIX lo fue en el terreno de las exploraciones, los viajes de aventuras y los conflictos bélicos.
Este trabajo presenta de forma sucinta algunas pautas acerca de la contribución de la producción bibliográfica y editorial española al conocimiento de la sociedad marroquí precolonial y colonial. Al hilo del aniversario del cincuentenario del final del Protectorado de España en Marruecos (1912-1956), engarza con los nuevos estudios poscoloniales que impulsan la revision critica de las relaciones hispano-marroquies y analiza el calado del africanismo español en este periodo esencial de las historia contemporanea. Cincuenta años parece un tiempo suficiente para interiorizar la historia del Protectorado y encauzar el discurso de los grupos de la memoria, con el analisis y la exposicion de las fallas de las representaciones oficiales durante mas de medio siglo.
Las heridas de la historia es un estudio sobre la guerra civil española que se inscribe en dos ámbitos estrechamente relacionados. Melilla, la ciudad en la que se produjo la sublevación militar de 1936, episodio crucial de la historia contemporanea española, y el Protectorado de España en Marruecos. Esta dualidad favorece la reflexion sobre el legado historiografico y su vigencia en los problemas actuales de Melilla, asi como su imbricacion en los contextos politicos y culturales del siglo XXI. El texto de Vicente Moga contrasta las fuentes historiograficas conocidas sobre la guerra civil con nuevas referencias documentales y bibliograficas, contextualizando de manera especial las aportaciones de los vencidos. El libro presta especial atencion a dos personajes cruciales: el capitan Virgilio Leret, jefe de la Base de hidroaviones de Atalayon, y su mujer, la escritora Carlota ONeill, cuyos destinos fueron truncados por la durisima represion que desato el Ejercito africanista. Virgilio Leret fue torturado y fusilado, mientras que su mujer, separada de sus hijas, paso en prision mas de cuatro años. Carlota ONeill escribio sus libros carcelarios como testigo de cargo, consciente de la repercusion de aquellos primeros disparos que incendiaron el mundo la tarde del 17 de julio de 1936. Sesenta y cinco años despues de finalizada la Guerra Civil, este libro aspira a sacar a flote una pagina de la historia de España, dando paso a algunas de las cientos de voces acalladas durante los ultimos cuarenta años tras un muro de silencio.