La huída enloquecida del mundo por los caminos de Compostela, el refugio en la oración, el asilo de la Iglesia o el remanso de paz de la vida monástica no fueron, por fortuna, los únicos impulsos de los hombres de la Edad Media en pos de la salvacion eterna. A muchos de ellos los arrastro otra corriente, igual de poderosa: la del milenarismo, el sueño del milenio, mil años de felicidad, que era tanto como decir la eternidad instaurada en la Tierra, o mas bien restaurada. A diferencia de sus contemporaneos, los milenaristas no confundieron sus sueños con la realidad; intentaron hacerlos realidad, que es algo muy distinto y mucho mas espiritual. En vez de por la vil resignacion, optaron por el rechazo, la insurreccion, la revolucion. Las aspiraciones milenaristas tienen su punto de partida en el Apocalipsis, que anuncia una novedad decisiva: la Jerusalen Celeste descendera sobre la Tierra. El mito se carga de sueños revolucionarios; mejor aun, los sueños revolucionarios son portadores del mito milenarista. [] * * * Aqui tenemos, por fin, el primer intento de elucidar las experiencias milenaristas de inspiracion cristiana que, ademas de dar fe de la diversidad y la consistencia de dichos movimientos, denuncia sin piedad los prejuicios que hasta el dia de hoy han empañado su sentido. Las revueltas milenaristas, enterradas durante mucho tiempo en el olvido, ejercen en nuestra epoca una fascinacion sobre diferentes especialidades intelectuales -la historia, la sociologia, la antropologia e incluso la literatura-que, sin embargo, no esta exenta de cierto rechazo. Los autores se proponen hacer justicia a la modernidad de las aspiraciones milenaristas -compendio de la experiencia de toda la humanidad-, desde los "tumultos" y "temores" que agitaron ciudades y pueblos a finales de la Edad Media a los movimientos que surgieron en los siglos XIX y XX en territorios que la logica del Estado y del dinero aun no habia colonizado. Una experiencia que el racionali