Nuestra historia comienza en un universo medieval, donde lo más cercano en Europa a las Islas Británicas que conocemos está representado por una Anglia compuesta por dos reinos: Ploma y Darién. Estos reinos, que desde tiempos seculares habian estado en guerra, finalmente alcanzan un acuerdo de paz tras la victoria de Ploma. Esta paz, costosa en vidas y fecunda en impuestos para Darien, comienza a socavar la moral y la economia del pueblo dariano, marginando intensamente las tierras del norte. Vector, un plomense cuya destreza y fuerza podrian acorralar en un duelo al mismo Aquiles de Ftia, es venerado e idolatrado por muchos en el campo de batalla. Durante una visita a Syccia, la capital de Darien, conoce a la princesa dariana y, por primera vez se enamora. Sin embargo, la realidad le mostrara, de la forma mas dura y cruda, que su reputacion militar no bastara para compensar la falta de sangre noble en sus venas. Por otro lado, el pueblo dariano, agotado y exprimido por los impuestos plomenses, encuentra cada vez mas dificil la vida en cualquier estacion del año. Lehiel, un ser herculeo de naturaleza sobrehumana, emerge de los inhospitos bosques del norte dariano portando un rotulo de hierro con las silabas de su nombre: Le-Hi-El. Dotado de sentidos mas agudos que los de cualquier felino y de una fuerza mas descomunal que la del toro mas vigoroso, no se le puede comparar en atributo alguno con un ser humano. Se siente atraido hacia la civilizacion cuando interviene para salvar a un niño llamado Isaac, mientras este es maltratado por su padre. Su intervencion, sangrienta y confusa, hace que el niño lo vea como un angel guardian y, desde ese momento, no se separa de el. Lehiel, parco en palabras y en sentimientos, comienza a desarrollar una relacion con el niño y a descubrir, por primera vez, lo que significa la humanidad. Vector en Ploma y Lehiel en Darien avanzan con sus historias paralelas, como manecillas de un reloj que se mueven en sentidos contrarios, aproximandose al momento inminente en que se encontraran. Cuando esto suceda, el destino pondra todo a prueba; y tu, como testigo omnisciente, sentiras en el aire la eterna duda: ¿quien de los dos tuvo la razon?
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