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Lluna Vicens
28/11/2020
Tapa blanda
Una buena novela puede ser cualquier novela que te haga pensar o vibrar. Tienes que sentir lo que sienten sus protagonistas, amor, dolor, desidia, rabia. Cualquier sentimiento que sea capaz de atravesarte la piel y sacarte de tu zona de confort. Despertar incomodidad si el contenido de la misma, así lo requiere. Los sentimientos que nos puedan despertar no tienen que ser dramáticos, y quedar expuestos a desaparecer en cuanto acabemos su lectura. Una buena novela tiene que dejar un sentimiento duradero, tiene que despertar nuestro interés a pesar de llegar al final, hacer que nos importe de una forma u otra. O bien sus personajes o los acontecimientos. Una buena novela no precisa de finales felices, ni personajes que nos sean simpáticos. Tampoco que nos recree la vida tal y como la conocemos. Pero sí hay algo que le exijo a una buena novela, y es que debe dejar clara alguna convicción del autor, estar escrita de modo que transmita la idea de éste. Poco importa que sea simple o compleja, pero si fiel a los hechos y acontecimientos, aunque estos sean ficticios. Aquel autor que decide decantarse por aquello que es falso o trillado, simplemente para terminar mascullado por los lectores sin capacidad de comprensión, nunca serán leídas por mi. Si quieres saber cuando tienes entre las manos una buena novela, simplemente observa tus propias sensaciones al llegar a la última página. Os recomiendo la lectura de El centro del mundo de José Luis Muñoz, por varios motivos: Novela trabajada y documentada durante 15 años. Ceñida a los hechos históricos que en ella se relatan. Información detallada de los hechos, costumbres, alimentación, hábitos. No solo se puede leer como novela histórica, puedes tener una lectura de aventuras, incluso como libro de consulta, ya que las últimas 10 paginas del libro son glosarios de palabras en azteca y quienes eran todos y cada uno de los casi 200 personajes que habitan en sus páginas. A pesar de sus palabras en azteca, dentro del contexto de la frase no hay problemas de comprensión. Con un ritmo ágil que no decae en sus 459 páginas, es la lectura perfecta para cualquiera que quiera volver sobre los pasos de Hernán Cortés y revivir 500 años más tarde, la Conquista de Tenochtitlan.