En 1996 la Argentina adoptó la soja transgénica como parte central de su estrategia de desarrollo. Hoy es el tercer productor y exportador mundial de cultivos transgénicos. Su soja, modificada para tolerar el glifosato, cubre la mitad de la superficie cultivable del pais y representa un tercio de sus exportaciones. La soja ha traido consigo modernizacion y crecimiento economico, pero tambien un tremendo daño ecologico y social: desplazamiento rural, concentracion de la propiedad de la tierra, inseguridad alimentaria, deforestacion y problemas de salud por la exposicion a agroquimicos. En Las semillas del poder, Amalia Leguizamon explora por que muchos argentinos apoyan la soja transgenica a pesar del daño que produce. La autora revela como la agroindustria, el Estado y sus aliados mediaticos y cientificos despliegan narrativas de distribucion economica, experiencia cientifica e identidad nacional para obtener la conformidad de los residentes rurales mas vulnerables. Y demuestra que la soja transgenica opera como una herramienta de poder para lograr consentimiento, legitimar injusticias y acallar posibles disensos.