Roques propone una sugerente travesía por los bosques del mundo para explorar el complejo vínculo entre el ser humano y los árboles; las fronteras entre el mundo salvaje y la civilización.Dominique Roques ha estado siempre inmerso en la naturaleza. Cuando fue leñador, en su juventud, vivio rodeado de arboles; aprendio a amarlos y a impregnarse de sus aromas. Despues, a lo largo de mas de treinta años como buscador de recursos naturales para la industria del perfume, ha desarrollado una profunda conciencia sobre el vinculo entre los arboles y la humanidad, y sobre como hemos deforestado nuestro planeta.El autor presenta un viaje extraordinario por los bosques del mundo para contar la historia de ese vinculo milenario, sublime, tragico y contradictorio. Con gran habilidad narrativa, entrevera en este recorrido, erudito y poetico a la vez, una serie de conocimientos, curiosidades y experiencias personales relacionados con los arboles en distintas culturas y epocas. Asi, nos habla del cedro del Libano que talo el rey Gilgamesh, los bosques de hayas europeos y el oficio de carbonero, el bosque de secuoyas gigantes de California, un santuario que preserva el tesoro que sobrevivio a la mas despiadada explotacion forestal del siglo pasado, o el palo santo del Paraguay, cuya salvacion este, quizas, en el perfume que emana de su maravillosa madera azul. En El aroma de los bosques, Roques afirma que, mientras el hombre pasa por la Tierra un breve instante, los bosques representan la eternidad; al destruirlos, la humanidad se pone en peligro.Un viaje por la historia de los hombres. Poetico.Le FigaroDe una erudicion clara y concisa, una joya de dulzura e inteligencia.Liberation
Una auténtica joya en su género. Uno de los grandes libros de viajes del siglo XX. El tiempo de los regalos narra la primera etapa de la aventura emprendida por Patrick "Paddy" Leigh Fermor a finales
"El asalto de lo desconocido, aquello que surge por fuera de toda expectativa: condición necesaria de cualquier viaje inolvidable. El circuito se completa con su contrapartida: la disposición del cronista a ser transformado por una experiencia inesperada. Todo lo contrario al lugar comun de viajar para contarlo. Viajar, entonces, para ser sorprendido por lo no previsto y luego si, como un niño que intenta asir, con exito relativo, un copo de nieve entre los dedos, sentarse a escribir para fijar esa experiencia, que al ser leida se volvera una para el cronista, y muy otra para el lector.Lo que muchos narradores actuales no entienden, pero supieron de Herodoto a los cronistas de Indias, de Gabriel Garcia Marquez a Ryszard Kapuciski, es que en los viajes no es el yo que enuncia el que interesa, sino el yo que cuenta; y lo que se cuenta, para que trascienda el mero ejercicio de la vanidad, debe ser el otro, lo otro: la historia de el, la historia de ellos. Parece una leccion aprendida sobre la marcha, y largamente macerada luego, en el proceso de escritura, por Andres Di Giuseppe, que pretende dar cuenta de una tierra a simple vista hostil y descolorida que supo forjar sus mitos y hechizo a tantos viajeros y lectores, entre ellos a uno que soño con ella desde siempre y la vio con ojos ciegos. Islandia: esa tierra donde historia y mitologia se funden, donde el clima empuja al repliegue, al extasis de los sentidos y al alcohol"(Maximiliano Tomas).