En esta obra se ha optado por una selección relativamente amplia de poemas en la que se da cabida a los más célebres y representativos de cada uno de los libros de Bergamín, obviamente respetando lo que se ha considerado estéticamente valioso. Edición de Diego Martínez Torrón. SUMARIO: Introducción Biográfica y Crítica (7) Apuntes biográficos (7) Influencias literarias en Bergamín 8 (11) Los clásicos (11) El siglo XIX: Zorrilla, Ferrán, Bécquer (13) Unamuno, Azorín, Machado, Juan Ramón (14) Bergamín y el 27 (15) Características de estilo 817) El ensayo de Bergamín (17) Aforismos (17) Madurez poética (18) Poesía popular (19) Transparencia (19) Visión metafísica (20) Temas en la poesía y obra de José Bergamín (22) El sueño (22) La muerte (24) La propia muerte (27) El silencio (28) El tiempo (28) La angustia (29) La infancia (30) Religión. Dios. El Diablo (30) El amor (34) La poesía (35) El fantasma, el esqueleto. Otros temas (36) Bibliografía de Bergamín (41) Bibliografía Selecta sobre Bergamín (47) Bibliografía General Referida a Esta Edición (51) Nota Previa (53) Antología Poética (55) Los Filólogos [Comedia] (229) Índice de Láminas (257).
Ficha técnica
Editorial: Castalia
ISBN: 9788470397493
Idioma: Castellano
Número de páginas: 268
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 02/04/1997
Año de edición: 1997
Plaza de edición: Madrid
Colección:
Clasicos Castalia
Clasicos Castalia
Número: 227
Alto: 18.0 cm
Ancho: 11.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por José Bergamín
(1895-1983) fue poeta, aforista, ensayista, editor, articulista y dramaturgo. Editor de la revista católica, de título nietzscheano, Cruz y Raya (1933-1936), presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura y agregado cultural de la Embajada de España en Francia durante la Guerra Civil, fue nombrado presidente de la Junta de Cultura Española en 1939 y, ya en México, dirigió la editorial Séneca. Posteriormente viviría en Venezuela, Uruguay y Francia. Bergamín regresó a España en 1958, para ser de nuevo expulsado en 1963. Es entonces cuando pierde la nacionalidad española y, en sus propias palabras, se convierte de modo oficial en un fantasma. En 1970 vuelve a España, donde acompañará críticamente los acontecimientos políticos y la restauración de la Monarquía antes de ser enterrado en Hondarribia en 1983.