Tras cien años en coma, un ciudadano vienés despierta en 2025 en un mundo que nada tiene que ver con el que conoció en su día. La guerra ya no existe, las fronteras han sido suprimidas y los países del viejo continente forman los Estados Unidos de Europa. Su institución más importante es el Ministerio de la Amistad Universal, que estrecha lazos con las naciones de los demás continentes. Los ciudadanos trabajan seis horas al día y aprovechan el resto del tiempo para formarse, para cultivar la educación física o para alimentar su cultura espiritual. Cada uno se dedica a lo que le gusta y responde a sus talentos e inclinaciones. De vuelta a la vida es la cándida y vibrante proyección de un mundo mejor, más justo y más feliz. Por un lado, nos permite intuir la vitalidad y la efervescencia de una época en la que aún se escribían «utopías» socialistas como esta, en parte inspirada en los logros y progresos de la llamada Viena roja de los años 1920-1934. Por otro, nos obliga a constatar cuán alejados estamos de esa casi siempre grata ficción que se desarrolla a lo largo de sus páginas.