Las experiencias de Tiresias nos revela esta fascinación de Grecia por el Otro femenino: la Ciudad ha reducido siempre este Otro a un orden, minimizando la mezcla que forman el hombre y los préstamos tomados a la mujer por medio del rechazo, el olvido y la representación, abstracta y sin fisuras, de sus figuras epónimas: el guerrero, el ciudadano, el filósofo.