Si la fuerza de voluntad, el talento y el afán de superación tienen un nombre, éste es el de Santiago Ramón y Cajal, un niño rebelde de un pueblo navarro que decidión convertirse en el mejor deportista para enfrentarse a los matones del colegio, en el mejor jugador de ahedres para batir a los amigos del café y en el editor de su propia revista científica, con la se presentó ante los más reputados científicos internacionales, para demostrar sus teorías sobre el sistema nervioso, que le hicieron ganar el Prmerio Nobel en 1906.