La sociedad del Antiguo Regimen se representaba a sí misma como una asociación corporativa. Arraigada en toda la Europa moderna, dicha representación se manifestaba de diferentes maneras, recurriendo a un vocabulario variado. & x0201C;Orden& x0201D;, & x0201C;estado& x0201D; y & x0201C;estamento& x0201D; eran terminos genericos que reflejaban la concepción orgánica de la sociedad, a su vez simbolizada a menudo bajo la forma del cuerpo humano, cuyos miembros se integraban en diferentes cuerpos sociales, por encima de los cuales & x02013;con forma de cabeza& x02013; se encontraba el rey. Pero más que una imagen, se trataba de una concepción general de la sociedad, de raíces medievales, que consideraba que cada cuerpo social contribuía al bien común y, como tal, debía gozar de privilegios específicos que le permitieran alcanzar los fines para los que había sido constituido. A diferencia de las sociedades individualistas e igualitarias surgidas de las revoluciones liberales de finales del siglo xviii, los derechos de las personas no derivaban de su condición de individuos, sino de su pertenencia a esos cuerpos. Por tanto, era natural que cada individuo disfrutara de derechos diferenciados que se correspondían con las funciones que debía desempeñar colectivamente. A partir de este