Ray Smith. Tras una muerte exquisita (dibujos, una retrospectiva)
se articula como un espacio de pliegues, dobleces, bordes, escondrijos o bifurcaciones entre las que un autor se reinventa, frente o desde una manera germinal, absurda, ofensiva, ensoñada, romántica o grotesca, tal cual se enfrenta a las posibilidades casi infinitas de producir historias dibujadas. Ya que Ray Smith entiende el dibujo no como una herramienta de investigación que le aboceta obras futuras, es decir, como lenguaje del pensamiento analítico que busca una idea; para Smith, el dibujo en sí es la idea, dibujar es ya un acto ideológico que genera una velocidad mental que tiene sus propias reglas en diálogo con los soportes donde se aplica. El dibujo en él, es así obra final, no "obra intermedia"; pues Ray halla la grandeza del dibujo con gran facilidad, como quien ejercita una escritura japonesa, o como un ejercicio cartelístico del pasado -como revival-, de un tiempo que ha de regresar. He aquí la obra de uno de los dibujantes más extraordinarios que ha dado la segunda mitad del siglo XX... que en cada muerte simbólica que su obra experimenta, su vida real renace, esta vez re-vitalizado como un boxeador, una bailarina de cabaret, un pirata, una seductora bruja, o un amante insaciable.