Galaxia Gutenberg, S.L. - 9788417971113
Especificaciones del producto
Escrito por Edward J. Watts
¡Sólo por opinar entras en el sorteo mensual de tres tarjetas regalo valoradas en 20€*!
(1) comentario
(0)
(1)
(0)
(0)
(0)
1 opiniones de usuarios
José Miguel Muñoz López
20/08/2021
Tapa dura
El libro es un sumario tan breve (poco más de 250 páginas) como bien estructurado, sobre el proceso de desestabilización de la república romana y su colapso final hasta el principado de Augusto, todo ello a raíz de la victoria en la segunda guerra púnica y la transformación de Roma en potencia hegemónica del Mediterráneo, con un poder incontestable y siempre creciente. Sin aportar grandes novedades (su análisis es coincidente con el consenso de los historiadores desde hace dos mil años) el autor consigue una narración ordenada, coherente y clara, a pesar del amplio marco temporal (más de dos siglos desde Pirro) y de lo abigarrado de los acontecimientos de aquellos años. Interesante, por lo poco habitual, resulta el uso de la numismática para ilustrar los cambios en las mentalidades de la élite y su cambiante percepción del ejercicio del poder el la fase final del régimen republicano. Rápidas y perspicaces pinceladas sobre la consolidación del poder de Octavio y conclusiones igualmente acertadas aunque algo manidas. Buen manejo de las fuentes, que se agradece que cite explícitamente al referir los acontecimientos, y en general una muy lograda y aguda síntesis del período. El lector puede experimentar una cierta decepción, como casi siempre, por los fallos de la traducción. En este caso concreto no son muchos ni claramene perceptibles, el texto castellano es fluido, lingüísticamente correcto y hasta elegante (creo que reflejando con acierto el estilo de Watts) y pese a que la traductora no cae en los errores flagrantes cometidos por alguno de sus colegas en otros títulos (en los que he llegado a leer, por ejemplo, Sulla en vez de Sila) la falta de familiaridad con los nombre romanos menos frecuentes provoca que, por ejemplo, Milón aparezca como "Milo" o que Curión sea "Curio"; también la isla de Janto aparece con el topónimo inglés "Xanthus". Es una pena que fallos banales de este tipo acaben dejando un cierto mal sabor de boca en lo que, por otra parte, es un trabajo claramente competente al verter el texto a nuestra lengua. Finalmente indicar algunas erratas y errores, algunos de bulto, que no sé a quién puede atribuirse con seguridad, pero que ahí están: 1.- En la página 21 el historiador Polibio se transforma en un imposible "Policio". 2.- En la página 51 el mismo Polibio (que no está de suerte) aparece como ligado a la Liga Etolia, en vez de a la Liga Aquea, un traspiés grave como cualquiera que haya leído al de Megalópolis sabe y que le habrán hecho revolverse en su tumba, visto el intenso odio que profesaba a los etolios. 3.- En la página 98 se habla del consulado de Cayo Graco en 123 y 122 a.C.... también una confusión seria ya que, como se indica apenas unas líneas más abajo, el cargo al que accedieron tanto Cayo como Tiberio Graco fue el de tribuno de la plebe. 4.- Finalmente indicar que en las notas (abundantes y provechosas de leer) al final del libro, al citar el autor sus fuentes, si bien se hace constar algunas ediciones disponibles en castellano, no parece que se haya hecho de forma sistemática. Así, si bien aparecen mencionadas las traducciones de Apiano, Plutarco, Polibio, Tito Livio o incluso Dionisio de Halicarnaso, en Gredos; o incluso la de las "Res Gestae" de Ediciones Clásicas, que desconocía, no he podido localizar -salvo error- menciones equivalentes para Veleyo Patérculo, Valerio Máximo, Cicerón (la República) o las Noches Áticas de Aulo Gelio (esta última en Akal, el resto en Gredos por lo menos). En resumen un buen libro de divulgación seria, bien escrito y con materiales bien seleccionados, que será muy grato de leer para cualquier aficionado a la historia que desee profundizar en un período crítico de la historia de Roma, con rigor, sin pretensiones académicas y de la mano de un buen relato. Algo que los historiadores anglosajones consiguen como nadie.