En la provincia de Cuenca hay muchos yacimientos romanos, pero muy poca gente ha oído hablar de Valeria, a diferencia de lo que sucede con Segóbriga, adonde acuden muchos visitantes. Valeria parece un destino propio de aventureros intelectuales. Apenas a unos treinta kilómetros de la capital, el yacimiento se asienta sobre un cerro rodeado por dos ríos, donde destaca su fuente monumental considerada como un ninfeo y los restos de unas «casas colgadas», edificadas muchos siglos antes que las de Cuenca, junto a otros edificios relevantes, como el foro, la basílica, la curia, las cisternas o las termas. Manuel Gómez Anuarbe describe el paisaje de la ciudad, las relaciones de los pueblos indígenas con los romanos, los inicios de su construcción, los edificios más relevantes o los problemas de su restauración, en una descripción muy amena, plagada de anécdotas y de vivencias personales, narrada desde el punto de vista de su profesión como paisajista.