Arranca el centenario de Ana María Matute (1925-2025) con la recuperación de la novela galardonada en 1959 con el Premio Nadal.Matia, Borja y Manuel no quieren dejar de ser niños. Son adolescentes al borde del abismo de la edad adulta, con miedo a asomarse pero conscientes de que no tienen alternativa, de que no les queda mas remedio que hacerlo. Se les acabo el tiempo. Y el poco que les quedaba lo consume una guerra que acaba de estallar y que se alarga, en la lejania, y lo ensombrece todo. Quien no haya sido, desde los nueve a los catorce años, atraido y llevado de un lugar a otro, de unas a otras manos, como un objeto, no podra entender mi desamor y rebeldia de aquel tiempo, dice una Matia adulta, recordando a la Matia de entonces, una niña de rodillas peladas, llena de rabia, desterrada por el abandono paterno en una isla cuyo nombre jamas se pronuncia. En aquel largo verano del treinta y seis, y bajo la mirada vigilante de su abuela, ella y su primo Borja, un muchacho de quince años taimado y carismatico, desgranan una rutina estival hecha de perezosas lecciones de latin, cigarrillos fumados a escondidas y escapadas en barca a las calas reconditas de la isla. Sus pequeños secretos y maldades, el atisbo de la complejidad del mundo de los mayores tienen en Manuel, el hijo mayor de una familia marginada por todos hacia el que Matia siente un apego que no consigue definir, una caja de resonancia que hace pedazos la fragil alianza de conveniencia de los dos primos. Una novela que planea el desasosiego de la adolescencia, una asfixia que Ana Maria Matute (Barcelona, 1925) ha hecho protagonista de muchas de sus obras. La lucha terrible de esa etapa entre el final de la infancia y la edad adulta ha centrado titulos capitales de su produccion, como Los Abel (mencion especial del jurado del Premio Nadal de Novela en 1947), Luciernagas (1949), Algunos muchachos (1964) y Paraiso inhabitado (2008), aunque acaso en ninguna obra como en esta, merecedora del Premio Nadal de Novela en 1959, consigue que esa lucha se convierta en una perfecta y melancolica elegia de la perversion de la inocencia.
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