La obra poética de Carmen Conde se extiende a lo largo de casi sesenta años, entre 1929 y 1988, con treinta y siete libros que la convierten en una de las voces más prolíficas de la poesía española no solo del siglo XX sino de todos los tiempos. A partir de los años veinte la joven cartagenera ira afianzando y depurando su voz lirica bajo los magisterios de J. R. Jimenez y Gabriel Miro, reconocidos por ella misma en muchas y diferentes ocasiones y lugares. A estas dos influencias literarias hay que unir un hecho trascendental, para su obra futura y para su vida: con veinte años, en abril de 1927, conoce al poeta Antonio Oliver Belmas, uno de los directores de la revista Sudeste y que fue, hasta su muerte el 28 de julio de 1968, su marido. Esta edicion conmemorativa del primer centenario del nacimiento de Carmen Conde, preeparada por el profesor Emilio Miro, recoge la totalidad de su obra poetica: Desde su primer libro Brocal (1929) hasta Una Palabra Tuya (1988). [] Su admiracion por la hermosura del mundo, de los seres hermosos, elevan su poesia hasta la exaltacion, y su voz hiperbolica, su vitalismo sin freno, idealizan todo lo cantado: desde los cuerpos jovenes hasta la tierra y el mar permanentes. Busco a Dios, incansable; a veces, extenuada, y otras, desconcertada, furiosa, ante su silencio y el sufrimiento humano. Enamorada de la vida, supo del dolor y todas sus heridas, todas sus perdidas. Escribio, por tanto, de la ausencia, del vacio, del tiempo arrasador, de la Muerte. [] Escribio alguien que tres factores hacen que la vida llegue a merecer la pena: los libros, los amigos y los viajes. Los tres muy presentes en la existencia de Carmen Conde. Entrelazados, nutrieron vida y escritura: su misma realidad. Que nacio y crecio, y estuvo siempre acompañada, de sus vivos y sus muertos. [Fragmentos del Prologo de E. Miro]
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