Una nueva crisis desafía hoy el mundo de las empresas: la de los empleados invisibles. Sintiéndose totalmente ignorados, o al menos subestimados, deciden mantenerse en las sombras de la organización, haciendo sólo lo que se les pide, quejándose en voz baja y contagiando su actitud a los nuevos empleados. Después de todo, ¿por qué molestarse por destacar si nadie nota sus logros?. El empleado invisible demuestra a los directivos que esta situación puede evitarse o revertirse, determinando qué es lo que se espera de cada uno, reconociendo los logros de todas las personas y, fundamentalmente, celebrándolos. Para esto último, los autores ofrecen originales ideas, que deben aplicarse de manera específica, sincera y en público. Así, todos los empleados se sentirán visibles, reconocidos, y por lo tanto, comprometidos.
Tras el indiscutible éxito de su anterior libro, Gostick y Elton relatan con todo detalle el caso real de un líder que fue capaz de potenciar distintas empresas -unas se hallaban en expansión y otras en franca crisis-, basándose en el reconocimiento del esfuerzo de los resultados obtenidos por los trabajadores. ¿Cuál es el secreto? Todo se reduce a saber ofrecer la zanahoria adecuada. La obra propone un sinfín de ejemplos encaminados a elegir la forma de reconocimiento que mejor corresponde a cada empleado, el momento adecuado para elogiar el trabajo bien hecho, o si dicho elogio ha de ser público o privado. Los autores inciden especialmente en que, con imaginación y sentido común, un buen gestor dispone de muchos recursos para incentivar el trabajo de sus empleados.