Con frecuencia se afirma que el Arte Medieval ignora la perspectiva; o, dicho de otro modo, que es bidimensional. En verdad, una historia de la percepción perspectiva que se limite a su expresión geométrica no hará justicia a la verdad figurativa, al valorar anacrónicamente el pasado de la experiencia espacial -estructurada de varias maneras- desde el rígido sistema de la perspectiva central renacentista.De aquí que no resulte extraño que la problemática para representar la tercera dimensión durante la Alta Edad Media haya sido considerada hasta el presente el lado oscuro de la historia de la perspectiva. Este libro tiene por finalidad iluminar ese lado oscuro.El estudio de la perspectiva necesita del análisis de la iconografía arquitectónica. Y en esas inocentes, en apariencia, imágenes de iglesias, castillos, palacios o villas, se manifiestan vigorosamente las dos formas opuestas de entender el mundo: la oriental o cristiana y la occidental o grecorromana. De esta manera, el libro se estructura en un primer capítulo de carácter general sobre la historia de la perspectiva desde la Antigüedad al año mil y de siete capítulos más en donde se analizan de forma tipológica las distintas manifestaciones de la iconografía arquitectónica.
Prensas de la Universidad de Zaragoza 9788416933549
Desde fines del siglo XIII, dos célebres órdenes, los franciscanos y los dominicos,consiguieron que los antiguos flagelantes se organizasen en forma decofradías y que sustituyeran paulatinamente la sangre de sus flagelacionespor el ejercicio continuado de saber reconocer en el prójimo necesitado elrostro del Jesús extenuado por el dolor. Los instrumentos de la disciplinaquedaron poco a poco en segundo plano en las sedes cofrades y, a cambio,levantaron hospitales, orfanatos, etc. Desde una altura moral que les permitíamirar a Dios cara a cara, los antiguos cofrades flagelantes consideraron suorigen de sangre vertida por amor a Dios como su principal título de noblezay de antigüedad. Y así desearon perpetuarse en sus imágenes e iconografía.Los orígenes de esta laicidad comprometida con la Iglesia, organizada y gratificante,y su evolución hasta la época del Concilio de Trento, contempladadesde los textos y las imágenes coetáneas, constituyen la razón de ser deeste libro. Coedición con Alma Mater Museum.
La iglesia del antiguo monasterio de los Santos Justo y Pastor de Urmella sorprende porque, siendo un monumento de gran calidad, se encuentra en un preocupante estado, enmascaradaos sus valores artísticos entre la ganga viciosa de un pasado problemático. El presente de Urmella es el cruel reflejo de ese pasado tormentoso y frustrante. Iniciada la iglesia gloriosamente por los maestros lombardos en las primeras décadas del siglo XI, un infortunio quiso que la obra quedara interrumpida. Convertido el monasterio en un priorato de San Victorián de Sobrarbe, sus dueños la acabaron como pudieron. Una reforma de 1613 y unos arreglos voluntariosos de 1913 no hicieron sino complicar las cosas. La publicación de este libro quiere ser el comienzo de un proceso que devuelva a tan noble obra de arte su lugar de honor, pues es el segundo gran monumento románico de La Ribagorza tras Santa María de Obarra.
De Ramos a Pascua de Resurrección, desde el camino que tomó Jesús para entrar en Jerusalén gloriosamente hasta el sendero por el que, atropelladamente, corrieron sus discípulos hasta el sepulcro vacío, los cristianos desde los siglos de la clandestinidad hasta hoy han solemnizado con emocion creciente todos los momentos de la pasion. Desde el siglo XVI hasta nuestros dias, la Semana Santa ha ido ganando en intensidad dramatica y cultual. Pero este tramo final de la celebracion de la pasion descansa sobre una diversidad de experiencias conmemorativas que ya iniciaron los cristianos desde la clandestinidad de la Iglesia. Descubrir ese cumulo de ceremonias, para las que se crearon poco a poco multitud de imagenes, era empeño que los estudiosos de la Semana Santa casi ni se habian planteado. Proyectar luz nueva sobre esos siglos considerados oscuros es la finalidad de este libro, que pretende dar a conocer al lector como se fue fraguando la 'actualizacion' de la pasion desde el siglo II hasta comienzos del XVII.
Desde 1938, Jesús camino del Calvario —el Señor de Zaragoza— es acompañado por sus cofrades por las calles de la inmortal Cesaraugusta. Con el tiempo se les unieron los redobles de tambores, timbales y bombos, junto al sonido de las cornetas, para así dejar constancia de su devoción a Jesús, ya sea en los actos del Santo Encuentro, del Santo Entierro o en el resto de la Semana Santa. Este libro es testigo de ello, por eso es La huella de tu Cruz.