Como una sabia, bienvenida, esperada costumbre, Hermenegildo Sábat ofrece una vez más un libro en el que, además de plasmar su oficio cotidiano y apasionado del dibujo, suma otro arte que es el de esos textos apócrifos (pero a veces no tanto) con los cuales nos deleitó ya en Que no se entere Piazzolla o en Siguen las firmas... Esta vez el tema es Juan Carlos Onetti, de quien el periodista-dibujante-poeta artista fue no sólo compatriota sino colega y amigo, habitantes ambos de esa otra patria que es el arte con mayúsculas.
Éste es un libro de historia. Un libro que reúne las auténticas firmas de los grandes artistas que retrata, pero también devela, a través de anécdotas, testimonios, presuntas líneas autobiográficas, apuntes y notas tan falsas como ciertas, quienes fueron profundamente esos artistas que marcaron a fuego el siglo XX y aledaños con mayor precision que ciertos tedios documentados de la historia. Tambien es un dialogo de Sabat con los artistas, con la pintura, con sus antecesores y sus interlocutores.