Esta obra sobre la técnica impresora en Toledo desde 1500 a 1550, es una importante aportación al estudio del grabado en esta época y, por extensión, a suhistoria en España. Al repertorio de obras impresas en los distintos talleres toledanos antecede una introduccion en la que se hace un recorrido por los principales centros impresores en la que se expone las caracteristicas de la tecnica del grabado y de los tipos de estampas. La informacion que aporta sobre cada uno de los impresores de este periodo, la evolucion de la tecnica impresora e incluso la figura del entallador desde un punto de vista social, hace de esta obrauna valiosa herramienta de acercamiento los libros con estampas.JESUSA VEGA, Doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid (1987), amplio sus estudios en el Museum of Fine Arts de Boston(1988) y el Warburg Institute, University of London (1995-1996). Ha sido conservadora de la Calcografia Nacional (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) y Directora-Gerente de la Fundacion Lazaro Galdiano. Es profesora Titular de Arte Moderno y Contemporaneo de la Universidad Autonoma de Madrid,entre otras destacadas actividades, y autora de numerosas publicaciones.
En las páginas de este ensayo se mira hacia el siglo xix con conciencia del presente, un presente donde el debate sobre la identidad común cuestiona continuamente el imaginario sobre el que ésta se sustenta, aunque luego en la vida cotidiana sigue funcionando activamente. El objetivo principal de estas paginas ha sido rastrear y registrar como contribuyo lo visual a construir ese imaginario, sin pretender en ningun caso la exhaustividad sino mas bien al contrario, tratando de centrarse en aquellos hechos relevantes que permiten conocer los dispositivos, estrategias y mecanismos que contribuyeron activamente a esa creacion, aunque algunos de ellos, como las galerias de cera, no habian encontrado hasta ahora su lugar.
La mentalidad ilustrada transformó profundamente los gustos y costumbres a partir de la Filosofía del progreso asentada en la Ciencia. España participó de este proceso y a lo largo del siglo XVIII se vivió una internacionalización del pensamiento que trajo consigo la modernización de costumbres y estructuras, especialmente las administrativas, facilitando la evolución de la sociedad. Los españoles tuvieron que asimilar la reclasificación de los saberes y las prácticas a ellos asociadas, especialmente con el desarrollo de la Física -en particular la renovada Óptica- y la naciente Química. Se hizo necesario crear instituciones alternativas y generar espacios de sociabilidad donde era posible simultanear aprendizaje, entretenimiento, admiración y degustación estética; escenarios comunes donde Ciencia y Arte se desenvolvían con naturalidad y contribuían al bien común y la felicidad: Reales Fábricas, Academias, gabinetes, tertulias y demostraciones públicas que concitaron el interés de las gentes y ofrecieron conocimiento y espectáculo. En España, como en el resto de Europa, la Filosofía concebida como sinónimo de Ciencia tenía como objetivo conocer la verdad de la Naturaleza. Por esta razón, Ciencias y Artes fueron actividades interdependientes. Una característica fundamental del pensamiento dieciochesco era que no establecía discriminación entre Arte, Ciencia y Técnica; en el caso español, el atraso con respecto a otros reinos contribuyó poderosamente a vincular los estudios científicos al desarrollo artístico. Las páginas de este libro son un medio para aproximarse a la cultura dieciochesca y su revolución visual. En ese siglo, particularmente en su segunda mitad, se inicia una profunda transformación de la mirada y se configura el observador moderno, que demanda nuevos medios para satisfacer su curiosidad, su deseo de saber y registrar el mundo, es usuario de máquinas e ingenios y activo consumidor de instrumentos y espectáculos visuales.