Diletante y libertino, refinado y sibarita, John Glassco dejó en sus Memorias de Montparnasse un testamento único que no sólo permite descubrir desde una perspectiva nueva la cartografía de un París mas idealizado que real en muchas ocasiones, sino tambien la mirada corrosiva sobre un estado de la cultura que nos alcanza en la actualidad. Quizas por ello, haya que ver en este libro una instancia superadora de los Dias tranquilos en Clichy, de Henry Miller, o como bien señalara Leon Edel, el consagrado biografo de James, una obra mas humana y actual que Paris era fiesta, de Hemingway.