CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS 9788400094621
Se estudia en este libro la actividad que llevó a cabo en el archipielago filipino Fernando Valdes Tamón, Gobernador y Capitán General de Filipinas, Presidente de la Real Audiencia de Manila, e introductor del espiritu ilustrado y de la politica reformista que en aquellos años (1729-1739) iba tomando carta de naturaleza en España y en America gracias a la labor de los ministros de Felipe V. El libro presenta, en primer lugar, un perfil biografico de Valdes Tamon. Vienen a continuacion varios capitulos en los que, a partir del analisis de una gran cantidad de documentacion inedita, se estudian distintos aspectos de la obra de gobierno de Valdes. Entre ellos cabe destacar el ingente esfuerzo cartografico que culmino en la famosa carta de Pedro Murillo Velarde. El libro se cierra con unas conclusiones sobre la obra de Valdes Tamon en el conjunto de la accion de la monarquia hispanica en Filipinas.
Filipinas, junio de 1899. Oculto entre la muchedumbre, el joven Andres Muñoz observa cómo el último destacamento español en Asia inicia el regreso a casa. Él debería ser uno de aquellos soldados; sin embargo, el era un desertor& x02026; ¿Pero acaso puede un hombre estar huyendo constantemente? Al llegar a su patria, se da de bruces con una nacion postrada y humillada, en donde el lo ha perdido todo: familia, amores y la propia esperanza. Atrapado en el mar tempestuoso de aquellos agitados dias, Andres atravesara una sucesion de peripecias que lo llevaran a contemplar finalmente la sombra del cadalso. Sin embargo, alguien anda tras el: fray Guillermo de San Antonio, un veterano de Filipinas que conoce el secreto que encierra aquel desertor, y que lo convierte en la gran baza para un asombroso golpe de mano que viene proyectando. Un plan arriesgado que bien podria costar la vida, pero que merece la pena. De esta manera, en compañia de un pequeño grupo de aventureros, Andres Muñoz regresara a Filipinas, descubriendo que si el amor y el odio son los grandes combustibles que impulsan el alma humana, apenas el coraje es la llama que los enciende.