En las páginas que siguen pretendemos estudiar las llamadas ordalías, pruebas irracionales o, como preferimos denominarlas, pruebas no-racionales, las cuales constituyen, a nuestro modo de ver, uno de los ámbitos más oscuros e intrincados de estudio, pues en su naturaleza se mezclan, por un lado, lo humano y lo religioso y, por otro, los limitados y poco claros hechos histórico-jurídico que documentan tales pruebas. A lo largo del presente trabajo hemos pretendido dar respuesta a uno de los campos más oscuros que a día de hoy pueden existir en Derecho Romano, concretamente, la cuestión de la existencia de las pruebas no-racionales en Roma.
La CARGA DE LA PRUEBA es, sin lugar a dudas, uno de los temas más sugerentes, no sólo de la Ciencia Jurídica actual, sino también de los Estudios Históricos del Derecho como es, en este caso, del Derecho Romano. Preguntas como ¿Quien tiene que afirmar y probar?, ¿Que tiene que afirmar y probar?, ¿Que orden de prelacion se debe seguir?, ¿Cuales son las consecuencias de la falta de prueba?, son cuestiones cuya respuesta pretende la formacion de reglas relativas al onus probandi. Sin embargo, una vez contestadas estas preguntas, surge la necesidad de responder a una pregunta de calado: ¿Por que son esas las respuestas y no otras?, ¿ Cual es el fundamento de las reglas relativas al onus probandi?, ¿Que puede subyacer de forma comun en el pensamiento jurisprudencial clasico? No se trata unicamente de encontrar reglas conforme a las cuales se distribuya la carga de la prueba segun el pensamiento juridico clasico. Se hace necesario encontrar la razon por la cual esas reglas clasicas se han perpetuado en el tiempo, permaneciendo como autenticas maximas. Estas son las preguntas a las que se ha tratado de dar respuesta en la siguiente obra a traves de un examen pormenorizado de los fragmentos recogidos en Digesto 22.3 y en Codex 4.19. A traves de ellos, se ha querido adentrar en el pensamiento de los juristas romanos de epoca clasica, tratando de encontrar una matriz que, en cierta medida, fuese comun al sentir de todo ellos y que justificase sus opiniones.