Tanto el texto de Juan Carlos Gea como las tres imágenes de Francisco Fresno, fueron concebidas conjuntamente para realizar esta edición única e irrepetible, limitada a 100 ejemplares numerados del 1 al 100, mas quince ejemplares no venales numerados del I al XV, todos ellos (texto y laminas) firmados por sus autores.
El anterior libro de Juan Carlos Gea (El temblor, Trea, 2005) planteaba una reflexión poética acerca del mal y una defensa de la poesía ante la desafiante presencia de una ruina. Tres años después, Occidente parte del paisaje cotidiano de una ciudad europea, costera y bimilenaria para levantar en tono tentativo, casi ensayistico, una compleja alegoria sobre la historia contemplada como acumulo de ruinas. Impregnado de un espiritu barroco y en dialogo con textos fundacionales (la Epopeya de Gilgamesh, la Divina Comedia), este largo poema se cuestiona tambien algunas de las nociones y simbolos centrales de la cosmovision occidental y se hace eco critico de acontecimientos recientes como la invasion de Irak.En equilibrio entre la horizontalidad de un presente incierto y la verticalidad inestable del tiempo historico y escatologico, Occidente insiste en una apuesta por una poesia total, en la que concepto, lenguaje, imagen, musicalidad y arquitectura adquieren el mismo peso. Sus versos tejen con los mimbres de la melancolia, la ironia coloquial y el juego retorico un clima de fin de epoca sobre una clave barroca: La naturaleza lleva historia escrito en el rostro con los caracteres de la caducidad (Walter Benjamin).
Es posible ver la ciudad en la que se vive con los ojos del viajero. Y es posible, a partir de esa mirada, habitarla de un modo distinto, con una actitud que desafía los hábitos y la rutina. Esa es la conviccion de la que parte Viajero en Gijon, un libro en el que dos foriatos que llevan muchos años afincados en la villa de Jovellanos (el fotografo ovetense Carlos Casariego y el escritor albaceteño Juan Carlos Gea) se confabulan para mostrar como toda ciudad, incluso la propia, encierra un viaje interminable. A partir de la experiencia cotidiana de dos vecinos que pasean, exploran, aman o cuestionan el lugar donde habitan (pero siempre con los ojos abiertos y en disposicion a la sorpresa) los autores ofrecen una vision muy distinta a cualquiera de las precedentes: intensa, poetica, apegada a cada uno de sus rincones y sus objetos, y al tiempo capaz de distanciarse de ellos para contemplarlos como un recien llegado. Viajero en Gijon no es una historia, una guia, una coleccion de postales comentadas ni un ensayo ilustrado: es un atlas personal en el que fotografias y escritura, en pie de igualdad, invitan a cada lector a emprender su propio viaje y trazar su propio mapa del lugar en que habitan. Gijon o cualquier otro
Doscientos años despues de su muerte, Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) sigue constituyendo el mejor compañero para recorrer la apasionante historia del XVIII español desde la recepción de las Luces hasta los albores de la contemporaneidad. Pero su singular figura no solo recoge y refleja toda la luz de su tiempo, iluminando la comprension de su contexto; mas alla (y mas aca) de ese valor historico, de su estatuto de clasico y de la disputa de su legado como origen de posiciones ideologicamente muy diversas, Jovellanos permanece como un referente intelectual, politico y moral al que los siglos no le han restado vigencia. Al contrario. En un tiempo, el nuestro, tan convulso e incierto como el que le correspondio vivir, sus virtudes refuerzan su condicion de modelo para encarar el futuro con ambicion ideologica, lucidez e integridad personal, instinto practico, flexibilidad disciplinar y un inquebrantable sentido del bien publico. Como modelo, en definitiva, de ciudadania racional, participativa y responsable. Esta biografia directa y legible aspira a transmitir al ciudadano del siglo XXI la herencia de una de las luminarias de la tradicion ilustrada de cualquier tiempo, siguiendo paso a paso la andadura de un hombre que, con todas sus contradicciones pero tambien con to
Una conmoción del pasado –la que provocó en la Europa ilustrada la destrucción de Lisboa por el pavoroso terremoto del día de Todos los Santos de 1755– y una conmoción del presente –la de un espectad