El tema de la lectura está en el aire. Se habla mucho de las virtudes de los libros, se implantan programas de animación a la lectura, se buscan maneras de acercar a la gente a la biblioteca. Nadie niega que generalizar el gusto por los libros sería deseable, pero ¿se han encontrado vías efectivas? El autor de esta obra sostiene que imponer la lectura como materia obligatoria en las escuelas o no reconocer en ella más que un sentido práctico o instrumental resulta contraproducente, pues de ese modo se fomenta la idea de que leer es aburrido y, al asociarla con el deber, la lectura pierde los ingredientes de placer y libertad que tendrían que serle consustanciales. Lejos de seducir a posibles adeptos, se los está ahuyentando. Por otro lado, recriminar a quienes no leen fomenta posiciones moralizantes que tampoco ayudan: porque en realidad «los que no leen» sí leen, sólo que no leen lo que otros quieren, lo que otros dicen que deberían. En la grata compañía de diversos autores que han reflexionado sobre el asunto, Argüelles hace aquí una defensa apasionada de la libertad de leer y, al mismo tiempo, de la libertad de no leer.
Lo sustantivo de estas páginas es su fragmentarismo. Su carácter incompleto no lo hace provisional, pues las más de las veces lo incompleto, lo no acabado, es definitivo. Al referirse a su obra hecha de fragmentos, Lichtenberg sentencio: ?He escrito buena cantidad de borradores y pequeñas reflexiones. No esperan el ultimo toque sino los rayos de sol que los despierten?. Aunque resulte pretencioso, la misma aspiracion tienen estas paginas truncas. Este fragmentario parcial es exactamente lo que dice que es. La provisionalidad de la escritura, en busca de un lector provisional.
No todos los lectores son iguales. Generosa y amenamente, trece entrevistados recuerdan cómo llegaron a los libros y nos revelan sus respectivas historias de lectura, sus hábitos lectores, su vida entre las letras. Jose Agustin, Efrain Bartolome, Rodolfo Castro, Fernando Escalante Gonzalbo, Julieta Fierro, Felipe Garrido, Gregorio Hernandez Zamora, Francisco Hinojosa, Monica Lavin, Carlos Lomas, Carlos Monsivais, Michele Petit y Elena Poniatowska relatan como se volvieron los lectores insaciables que hoy son. Si, como afirma Goethe, cuando se lee no solo se aprende algo sino que se convierte uno en algo, los narradores, poetas, ensayistas, investigadores y cientificos aqui reunidos muestran como su biografia se escribe cada dia entre los libros y, de paso, contagian su devocion por la letra impresa y reivindican el placer de leer. Tras denunciar (en ¿Que leen los que no leen?) algunos efectos contraproducentes del discurso dominante sobre la lectura y sostener (en Leer es un camino) que esta no es un fin sino tan solo un medio entre muchos posibles, Juan Domingo Arguelles continua enriqueciendo esta discusion al dar la palabra a los que si leen, representados por trece lectores consumados que no conciben la vida sin su biblioteca.
Este libro asume su carácter impugnador y, sobre todo, su necesidad controversial. En última instancia, éste es un alegato periodístico entre las guardas de un libro. En México no se había publicado nunca un libro sobre la lectura como respuesta inmediata al lanzamiento de estrategias y programas erroneos que se presentan como panaceas, ante una ausencia casi completa de debate sobre todo lo que se da por sabido en este terreno. Este es un libro-plumero, pues el objetivo de sus paginas es sacudir el polvo de los libros y de las cabezas. Mientras no exista un debate serio en este terreno, seguiremos lamentando, candidamente, la falta de lectores, sin darnos cuenta de que son los mismos sistemas politicos y educativos, y organismos como la OCDE, los que han impedido (con sus estrategias de competencias lectoras) la formacion de una sociedad critica constituida por ciudadanos libres que, entre otras cosas, leen libros.
JUAN DOMINGO ARGÜELLES nació en Chetumal, Quintana Roo, México, en 1958. Es poeta, ensayista, crítico literario y editor. Hizo estudios de Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y
¿Para qué leemos? Desde luego no para aprender, "saber" más, cumplir con una obligación ni para elevar así los índices estadísticos. O al menos no debería ser así. Leemos, sobre todo y más que nada, para aportar un elemento de placer, alegría o felicidad. Los lectores "no se fabrican en serie". La lectura es un enorme fracaso en la escuela y la universidad porque hemos hecho obligación del placer.