La sublevación militar supuso una ruptura de la sociedad española y, por ende, en la localidad de Sierro se produjo el mismo efecto que en el resto del territorio nacional. La República había traído libertades que los sublevados querian eliminar, lo que produjo el enfrentamiento entre el gobierno legitimo de la nacion y el bando sublevado que luchaba contra los principios de aquella democracia. Se enzarzaron frente a frente hasta regar la piel de toro de sangre dos conceptos de España, el conservador y el progresista. El final de la Guerra trajo consigo la represion de los leales a la Republica, su escarnio publico y su conversion en ciudadanos de segunda clase, la de los que habian perdido la guerra. Con ello llego la carcel, el abuso laboral, el hambre, la emigracion y el exilio, destino final de los que no pudieron soportar las condiciones impuestas por los vencedores. De todo esto tratan los autores en este libro, contemplando desde una perspectiva local los horrores de la guerra y la posguerra en la pequeña localidad almeriense de Sierro, donde, por ser su orografia montañosa, tuvo tambien una importante presencia la guerrilla antifranquista durante los años cuarenta
Los mineros de Serón y de Bacares, los hombres del hierro, protagonizaron a lo largo de tres décadas épicos y apasionantes episodios de insumisión y rebeldía en defensa de dignas condicones de vida y de trabajo. Nada les fue otorgado por derecho. Las compañías mineras férreamente adiestradas en la protección de sus intereses y confiadas en la docilidad de los hombres mansos de la Sierra de los Filabres quisieron hacer de estos montes una tierra de conquista. Los mineros conscientes de su debilidad frente a la patronal, y guiados por las ideas redentoras de destacados sindicalistas y políticos que recalan en la zona, se agremian en sociedades de resistencia y sindicatos. Un contingente de más de tres mil mineros organizados, concienciados de su fortaleza como clase obrera, cuando la situación en la sierra se hacía insostenible, y las empresas hacían oídos sordos a las reivindicaciones obreras, emprendían acciones de protesta. En los primeros treinta años de la explotación minera en la Sierra de los Filabres son significativas las continuas huelgas que los obreros declaran a las compañías, casi siempre en demanda de mejoras salariales y reducción en las horas de trabajo. Pese a la firmeza de los mineros, el miedo a perder el puesto de trabajo y al hambre que acechaba sus casas, las huelgas y protestas se traducían una y otra vez en amargos fracasos. Pero los resultados de estas luchas no fueron estériles. Los mineros de Serón y Bacares fueron los primeros en conseguir lo que era una reivindicación mítica del movimiento obrero internacional: la tan ansiada jornada de ocho horas, la jornada corta.
Este catálogo «Las Menas. Una mirada al mundo minero (1915-1968). Fondo Emilio Herrero», tiene varios objetivos claramente diferenciados:
Dar cuenta del pasado minero de Serón, a través de la rec