El Montevideo de fines del siglo XIX era una pequeña ciudad, en muchos aspectos aldeana todavía, en cuya cúspide se encontraban los banqueros y los ganaderos o grandes terratenientes. Estos últimos residian en la capital y solo excepcionalmente visitaban sus " estancias" o haciendas, cosa que solian hacer en verano y acompañados por sus familias, puesto que, obviamente, no se habia generalizado la costumbre del veraneo en la playas y en rigor este derivaba hacia las casonas de las afueras, que, por lo general eran grandes quintas utilizadas mas para el recreo que para la produccion. La vida social se concentraba en los salones, los teatros y en algunos celebres paseos como el Prado y la Rambla. Debemos indicar que la concurrencia de artistas europeos de primera linea a los teatros era un hecho casi habitual, en particular pertenecientes a compañias españolas, italianas y francesas. (Digamos, por ejemplo, que fue memorable la gira de Sarah Bermhardt hacia el 900).