Su interés por el papel impreso, los libros, los documentos, los cuadernos, los diarios, le llevó a convertirlo en su profesión. Al morir alguien relacionado con libros, un autor, un traductor, un coleccionista, un editor, un librero, un encuadernador, un tipografo, los herederos no sabian que hacer con ellos y acudian a el, al experto, que les ponia en contacto con alguna entidad interesada en su biblioteca. En esta ocasion habia tenido suerte, mientras hacia el minucioso inventario de una biblioteca y la valoraba habia encontrado unos cuadernos que, de una peculiar manera, le permitian hacer un informe sobre la vida de alguien, a quien llego a denominar el autor. Obtenido el visto bueno para realizarlo, primero, aparecia un largo escrito sobre su vida de niño en un Instituto, luego, unos diarios que narraban su adolescencia y, al final, casi por casualidad, encontro dos historias sentimentales, que lo redondeaban. No se limito a colocarlos uno tras otro por orden cronologico, sino que añadio sus personales comentarios, tanto sobre lo que habia encontrado, como especulando sobre ello. De esta manera el experto escribio un informe, que constituia un ordenado retrato de alguien que, sobre todo, habia vivido en Madrid durante la segunda mitad del siglo XX, de una manera personal.
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