Maxi Rodríguez (Mieres, 1965). Actor, dramaturgo y director de escena. Galardonado con numerosos premios teatrales (Borne, Marqués de Bradomín, Jovellanos, ¡Oh! al Mejor Autor...). Ha sido guionista de la telecomedia 7 vidas (Premio Ondas) y del largometraje Carne de gallina de Javier Maqua, donde interpreta un papel protagonista. Otros trabajos suyos como actor pueden apreciarse en películas como Gordos, El síndrome de Svensson o Los muertos no se tocan, nene y en infinidad de series de televisión: Hospital central, Aquí no hay quien viva, Hermanos y detectives, Los simuladores, El comisario, La familia Mata, Doctor Mateo... Ha dirigido espectáculos de numerosos grupos independientes y del Centro Dramático Nacional, colabora en revistas como Interviú o Atlántica XXII y en el diario La Nueva España. Es autor de varios libros de humor: Como estaba cansada, me atasqué, Parando en Villalpando; imparte cursos de comunicación y expresión teatral por todo el país y trabaja ocasionalmente como director en diversas compañías y unidades de producción. www.maxirodriguez.es
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Más allá del humor inteligente y del ingenio literario, los artículos periodísticos de Maxi Rodríguez que se recogen en este libro son un retrato de la sociedad actual, no solo la asturiana, que tanto se identifica con el autor. Maestro de los diálogos, como todo buen dramaturgo, el creador de "Parando en Villalpando" rescata de la realidad personajes asturianos en lenguaje coloquial, aunque sus peripecias son universales.
Como estaba cansada, me atasqué» es la antológica frase de Ana Palacio, ministra de Asuntos Exteriores, que da pie y título a este libro desternillante. Un instrumento imprescindible para ahondar en
Más de sesenta diálogos con los que el actor y dramaturgo Maxi Rodríguez combatió, con su genuino humor, la pandemia del coronavirus. Una auténtica vacuna de risas garantizadas para unos tiempos que nos embozaron a todos y en los que nos enfrentamos a un virus que nos cambio la vida.
Estas cosas nunca pude contarlas en los ensayos de mi grupo de teatro. Allí hacíamos a Lorca y a Oscar Wilde. Lo más inquietante de aquella entretenida adolescencia en mi Asturias del alma era tener la sospecha de que para mis compañeros del equipo de futbol yo debia ser algo manfloritu, y para mis colegas del teatro independiente tan reacios a inclinaciones mundanas un artista defectuoso abocado a dejar las tablas para vivir, como mucho, de la racha de alguna peña quinielistica. Asi que irremediablemente sentia que, tarde o temprano, tendria que decantarme, agarrar el balon por el asa y optar de mayor, entre artistas o futboleros, entre Quini o Pirandello, entre Lear o el deporte rey.