Este libro quiere ser testimonio de la intensa represión y masacre de obreros durante las huelgas patagónicas de 1921, en las que los latifundistas presionaron al Gobierno de Irigoyen y al Ejército para que acabaran definitivamente con los sublevados. El teniente coronel Varela no dudo en utilizar a jovenes soldados para que fusilaran sin miramientos a decenas de obreros y campesinos. El olvido tiene sus complices, pero tambien sus enemigos acerrimos. Osvaldo Bayer es de los que combate diariamente con su pluma por rescatar del pasado y del silencio de la historia el nombre y la dignidad de cientos de hombres y mujeres masacrados. Por ello, con La Patagonia rebelde ha querido recuperar un tragico suceso marginado por la Historia, valiendose de la voz de los testigos y basandose en evidencias documentales, retratando asi una radiografia nitida y descarnada de la desigualdad humana.
Entre 1920 y 1921, la Patagonia se convulsionó con los movimientos de huelga y protesta rural más dramáticos del siglo XX en América Latina. En las estancias, los grandes propietarios imponían condiciones de trabajo inhumanas que despertaron tanto en el campo como en las ciudades una oleada de paros, tomas y boicots que acabaria en tragedia. En La Patagonia rebelde cronica vertiginosa y documentada como pocas, Osvaldo Bayer despliega su gran oficio de escritor al recuperar para la historia esa gesta, junto con las trayectorias y las voces, hasta entonces olvidadas, de sus protagonistas: el Gallego Soto, Facon Grande, Albino Arguelles, Kurt Wilckens. Este clasico imperdible tambien echa luz sobre el modo en que estancieros, poder politico, jueces, bandas paramilitares y periodicos demonizaron a los militantes y conspiraron para aplastar el levantamiento. La represion terminaria por convertirse en una verdadera caceria humana cuando el escuadron comandado por el teniente coronel Varela fusilo sin juicio a mil quinientos huelguistas. La Patagonia rebelde es el libro que logro contar el anarquismo como nadie lo hizo y ponerlo en el radar del gran publico, a partir de las increibles aventuras protagonizadas por ese puñado de hombres que hicieron flamear la bandera roja, simbolo de esperanza para los desposeidos, en la desolada inmensidad de la Patagonia.
Severino Di Giovanni era, en Argentina, algo más que un luchador anarquista. Representaba la rebeldía antifascista de las primeras décadas del siglo y también el enfrentamiento con las posiciones tibias y moderadas de muchos de sus camaradas que no coincidían con sus métodos y talante. Para Di Giovanni, representante máximo de los llamados anarquistas expropiadores, la dinamita era un elemento vindicador y la mejor de las medicinas para terminar con la barbarie que pretendían implantar los partidarios del Fascismo. Sin embargo, supo combinar la acción directa con la formación política a ultranza, como era norma en la época. Su enloquecido amor por la adolescente Paulina Scarfó, hizo aflorar también su lado más romántico que contrastaba con la imagen sanguinaria que se empeñaban en dar de él sus enemigos y la prensa ligada al poder. Vivió y murió sin ceder en sus principios y su nombre es clave para discutir un tema tan actual como polémico: el de la violencia revolucionaria.