Crónica personal de la época que arranca en 1974 y continúa a través de la época de la casi interminable agonía de Franco, rebosante de sabiduría como de humor y encanto. Barbara Probst Solomon tenía apenas dieciocho años de edad cuando ella y un joven español, Paco Benet, organizaron con exito el atrevido rescate de Nicolas Sanchez Albornoz y Manolo Lamana del campo de concentracion de Cuelgamuros, en la segunda mitad de los años cuarenta, episodio descrito en Los felices cuarenta.Vuelos cortos, cronica personal de la epoca que arranca en 1974 y continua a traves de la epoca de la casi interminable agonia de Franco y de los acontecimientos politicos que siguieron a la muerte del general, podria describirse, con palabras de Virginia Woolf, como una amalgama de autobiografia y ficcion, memorias e improvisaciones imaginarias. En esta narracion, de estructura osada y brillante estilo, Barbara Probst reflexiona sobre las epocas que ha vivido en tres continentes pero casi siempre girando en torno a España. La perspectiva sentimental, punteada por el recurrente recuerdo de Paco Benet, esta dominada por su compleja relacion con el escritor Juan Goytisolo.La novela registra tambien las impresiones de la autora en el curso de las primeras elecciones posteriores a la muerte de Franco, que ella pudo observar al lado de un viejo amigo que se presentaba como candidato despues de muchos años de actividades clandestinas. En su relato, la autora consigue captar la a veces testaruda ingenuidad de aquel singular verano.Pero tambien escribe sobre muchisimas otras cosas. Y Barbara Probst lo hace siempre de forma inteligente, tanto si se trata de descifrar las sutiles, y no tan sutiles, maniobras que se desarrollan en las relaciones entre hombres y mujeres, como cuando reacciona en contra del antisemitismo de la izquierda europea, como al analizar con simpatia pero tambien criticamente el feminismo, o al tomar conciencia de que una relacion amorosa ha terminado y no queda mas remedio que admitir que asi es. Es una novela tan rebosante de sabiduria como de humor y encanto, a la que el reputado critico neoyorkino John Leonard ha comparado, ventajosamente para Vuelos cortos, a dos obras de la relevancia de Los mandarines, de Simone de Beauvoir, y El cuaderno dorado, de Doris Lessing.
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