El artista "accionista" transfiere a su propio cuerpo todo el poder plástico, metafórico, simbólico y semiótico inherente al objeto artístico. El cuerpo se convierte en el territorio donde tiene lugar la creacion y la destruccion, en la topografia del analisis de los limites y en la zona de resistencia de una subjetividad que, a traves de la vulnerabilidad de la carne, se enfrenta violentamente al poder politico, social y tecnologico. Gunter Brus, Otto Muhl, Herman Nistsch, Rudolf Schwarzkogler Como un latigazo intermitente explotando en la faz del cuerpo social. Las acciones de estos artistas se suceden durante los años sesenta, evidenciando la desgarradura de un sujeto que encuentra sus marcas, sus signos y su potencia de libertad en el cuerpo. Herido, alterado, agredido y empujado mas alla del dolor, el cuerpo del artista abre en su piel, en su carne, en sus organos y en su sangre las preguntas sobre su identidad.
El artista "accionista" transfiere a su propio cuerpo todo el poder plástico, metafórico, simbólico y semiótico inherente al objeto artístico. El cuerpo se convierte en el territorio donde tiene lugar la creación y la destrucción, en la topografía del análisis de los límites y en la zona de resistencia de una subjetividad que, a través de la vulnerabilidad de la carne, se enfrenta violentamente al poder político, social y tecnológico. Günter Brus, Otto Mühl, Herman Nistsch, Rudolf Schwarzkogler... Como un latigazo intermitente explotando en la faz del cuerpo social. Las acciones de estos artistas se suceden durante los años sesenta, evidenciando la desgarradura de un sujeto que encuentra sus marcas, sus signos y su potencia de libertad en el cuerpo. Herido, alterado, agredido y empujado más allá del dolor, el cuerpo del artista abre en su piel, en su carne, en sus órganos y en su sangre las preguntas sobre su identidad.
En el presente libro se abordan las construcciones, narraciones y tecnologías históricas, religiosas, filosóficas y científicas del lenguaje
y del discurso del «saber» que han determinado la identida
La violencia, como sus víctimas, tiene nombres. Las ciudades portan las cicatrices en calles y rostros, en fachadas, descampados y voces, en memoriales, plazas, museos y silencios. Sus hilos, sus cenizas, se extienden como humus en las superficies: ¿Sostienen nuestros pasos una materia de muerte a la que llamamos suelo?.En 2007, Piedad Solans fue a Berli?n para entender, para escribir. Ljos como cenizas es el texto de sus paseos desde entonces por el reverso de la ciudad, a contrapelo de los espejos rutilantes de un mundo obstinado. Desandando el camino del conformismo, con afecto y espanto, en una perplejidad que no decae porque la animan la inteligencia y los libros, los ojos del texto se demoran en los fragmentos, en los restos de las violencias perpetradas en el siglo de Berlin, que perduran en nuestras calles. Hablan los ojos para rescatar los nombres de un olvido que asoma, destructor, en el filo del presente. Frente al silencio, irrumpe en la pagina la voz de tantas vidas vulneradas; tambien, el rastro documental de una barbarie que no termina. Hay musgo, maleza, ramas secas en el bosque. Una catastrofe.