«El dadaísta ama el sinsentido y odia la estupidez.» Así resume Raoul Hausmann el impulso dadaísta de subversión de la civilización que trajo la I Guerra Mundial como la nube trae la tormenta. Estupi
Entre 1993 y 1936 Raoul Hausmann vivió en Ibiza, acompañado de su mujer, Edwig Mankiewitz, y, durante algún tiempo, de su amante, Vera Broïdo. Se trasladaron a la isla en el momento en que el Partido
"El dadaísta ama el sinsentido y odia la estupidez."Así resume Raoul Hausmann el impulso dadaísta de subversión de la civilización que trajo la I Guerra Mundial como la nube trae la tormenta. Estupidez de la ciencia que perfecciono la maquinaria militar, estupidez del arte y la literatura que enaltecieron la guerra, estupidez de la razon instrumental que manipula todo lo que toca, estupidez de la explotacion capitalista que produce individuos estupidos, etc.El programa dada opuso una logica del absurdo a la estupidez organizada. El poema fonetico contra el lenguaje devastado y vuelto imposible por el periodismo. El fotomontaje para desintegrar las formas semanticas establecidas y engarzar de otra forma lo decible y lo visible. El haptismo como indagacion de una sensorialidad excentrica. El arte nuevo como dislocacion del individuo moderno, su optica posesiva, su seguridad vertical sobre el mundo, su presencia soberana. Raoul Hausmann se entrego en cuerpo entero a esta revuelta logica como uno de los fundadores del Club Dada de Berlin, que exploraba el camino entre el radicalismo politico y el antiarte. En su Correo Dada, que aparecio en 1958, repasa la historia del asalto dadaista a la realidad, recoge manifiestos y proclamas, evoca la invencion del fotomontaje y la nueva pintura, recuerda las delirantes veladas dadaistas con Richard Huelsenbeck y Johannes Baader, su amistad con el "anti-dada merz" Kurt Schwitters, etc. Hoy, en una sociedad anestesiada, en la que incluso los movimientos mas reivindicativos son tan previsibles, ojala el precioso testimonio de Hausmann pueda contagiarnos algo de la bendita locura dadaista, donde la ligereza y la gracia se fundian con el mayor de los atrevimientos en un gesto de desafio. ¡Vuela escarabajo!