El texto contiene numerosos elementos que interesan a especialistas de áreas muy diversas: a los sociólogos e historiadores de la ciencia, dado que se trata de un texto clásico de su área; a los filósofosde la politica, por tratarse de un texto que ahonda en los origenes de su disciplina desde una perspectiva muy poco habitual; y finalmente a los epistemologos y filosofos de la ciencia, debido a que trata temas basicos de este campo, en especial el de la polemica entre la construccion y el descubrimiento de los hechos cientificos.
A la vez vibrante y accesible, esta introducción al tema de la revolución científica intenta poner de relieve las prácticas sociales que produjeron el conocimiento científico y los fines para los que estaba destinado. Muestra el modo en que la conducta de la ciencia emergió de una amplia variedad de programas filosóficos, compromisos políticos y creencias religiosas que ya existían al inicio de la edad moderna. Y, lejos de abordar la ciencia como un conjunto de ideas incorpóreas, se dedica a interpretar sus modos de conocer y hacer situados en un momento histórico concreto. Shapin discute las concepciones tradicionales sobre la revolución científica que la tratan como un acontecimiento coherente y definitivo alegando que ya fueron contestadas por autores de los siglos XVI y XVII. De este modo, aduce que se preconizaba el experimentalismo y simultáneamente se lo rechazaba. Aunque se alababan los métodos matemáticos, se contemplaban también con un cierto escepticismo. Por un lado, se consideraba que las concepciones mecánicas de la naturaleza definían la ciencia propiamente dicha y, por otro, se consideraban limitadas en su inteligibilidad y aplicaciones. Sin embargo, Shapin afirma que ese controvertido legado es, a pesar de todo, justamente entendido como el origen de la ciencia moderna, tanto de sus problemas como de sus logros. Se trata, pues, de un libro extraordinariamente desafiante y sofisticado en su concepción, pero también conciso y legible en su exposición: una extraordinaria fusión de sensibilidades históricas, sociológicas y filosóficas que influirá profundamente en nuestro entendimiento del conocimiento científico y su práctica.
Steven Shapin plantea en este libro un sólido argumento a favor de la pertinaz importancia de la confianza a la hora de establecer el conocimiento empírico acerca del mundo natural. Sus relatos históricos, de exquisita riqueza en cuanto a detalle -particularmente sobre Robert Boyle- explican de qué manera los filósofos naturales del siglo XVII resolvían sus disputas sobre cometas, icebergs y la presión del agua teniendo en mira los códigos de conducta de las familias "de buena cuna".