La Venus de Willendorf, la madre primigenia, es inseparable de la carne de reno y las oscuras cavernas del primer arte que conocemos, el rupestre. Ella era la desolladora de las piezas de caza, la partidora de huesos, la afiladora de cabezas de lanza bajo la aceitosa luz del invierno. Su hombre estaba flaco de correr, era puro nervio y tendon al acecho. Su hombre debia tener con ella la relacion que conocemos entre ciertos peces hembra y sus machos.El Simbolo ha contado, ha dibujado, desde un tiempo anterior al tiempo mismo, como un telar donde se teje la historia del hombre, de su tribu, del clan, las formas de la vida. La simbologia habla, en un plano muy sutil, en clave. La verdad y lo inefable se expresan mejor en el lenguaje de la poesia y el simbolo. El aluvion de imagenes que forman los mitos de la diosa y los simbolos mismos, la cueva, la copa, la luna, la Reina, todos pertenecen a la Tradicion Universal revelada. El simbolo al hablar en un plano intuitivo, no racional, habla quiza mas sobre las verdades, porque lo que se puede decir no es verdad. La mujer que encarna en si fuerzas contrarias e intuitivas es la guardiana de los misterios. La naturaleza misma de la mujer, ciclica, su poder de concebir y alumbrar vida es uno de los caminos entre lo conocido y lo desconocido. Es como si la esencia femenina, el Sagrado Femenino, fuera como un fluido que elimina la distancia entre lo que es visible, la realidad cotidiana, y lo misterioso, invisible y necesario. Mas necesario hoy que se ha perdido el sentido de lo Sagrado. Para conocer ese Sagrado Femenino, para acercarnos a la Sophia Perenne, nos valemos del Simbolo, porque, no lo olvidemos, el siglo XXI sera femenino o no sera.
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