En efecto, los colores están ahí fuera, llenando de vida los recovecos de la geografía gala, tapizando sus bosques ilustres y tupidos, desplegándose entre las callejuelas de sus ciudades medievales, centelleando entre sus macizos y sus costas, alegrandonos la vista y el olfato. Pero lo mas fascinante es que tras esos colores -y los lugares en los que se alojan- el devenir de los tiempos ha confeccionado una pleyade de historias tan curiosas como extraordinarias. Historias que nos hablan de tradiciones milenarias, de intercambios comerciales y larguisimas travesias, de mujeres y hombres tan inspirados como inspiradores, de pueblos y villas que soñaron en grande, de hazañas de la ingenieria, de caprichos geologicos, de guerras y de paz, de pasiones y de temores colectivos. Y justamente ahi, por ese jugoso caleidoscopio, por esa afortunada superposicion de caprichos cromaticos, anecdotas sugerentes y enclaves asombrosos, transita este libro. Como os decia, este libro funciona como una suerte de caleidoscopio. A cada quien, segun lo agite, le resonara mas o menos una tonalidad u otra; le atraera un matiz particular que ante otros ojos pasara acaso desapercibido; le llamara la atencion esta o aquella historia, o quizas la de mas alla. Y, al fin y al cabo, de eso va este viaje cromatico por Francia. Porque, justamente, tal como reza el viejo aforismo, "para gustos, los colores".