Soy consciente de que los objetivos de este trabajo son difíciles; de que acaso están en el incierto límite entre lo difícilmente alcanzable y lo desmesurado. Sortear las complejísimas dificultades de método y estar maniatado por las insolubles limitaciones de la materia prima constituyen obstáculos de incierta superación. Y en esas condiciones conseguir los objetivos perseguidos es una misión casi desesperada. A lo largo de estos años en que los autores de este libro nos hemos batido contra dificultades con frecuencia no salvables, y de hecho a veces nunca salvadas, he sentido casi a diario la tentación de abandonar y darme por vencido, reconociendo que las complejidades de la empresa la hacían inviable. Sólo la trascendencia de los eventuales resultados, si llegaran a producirse, me ha disuadido en cada ocasión de dar por cancelado el esfuerzo. Ahora que hemos concluido (por el momento) el trabajo y hemos alcanzado los resultados que presentamos en los capítulos siguientes nos sentimos obligados a ofrecerlos a la comunidad científica. Pero el que los estemos presentando no implica que nuestras dudas se hayan disipado ni que hayamos alcanzado un nivel de convicción sólida. Lo hacemos, por el contrario, desde una posición de moderado escepticismo, aunque en este punto cada uno de los miembros del equipo tiene una sensibilidad diferente. El fuerte apoyo estadístico que los lectores podrán constatar en el capítulo correspondiente ha sido compatible con un razonable grado de escepticismo, al menos para aquéllos de nosotros menos familiarizados con la intervención de la matemática en el método científico. El descubrimiento del «camino a la claridad y la comprensión» que logró Einstein, según nos informa en su cita, nunca se ha dado de una manera inequívoca en nuestro caso. Para mí, la protagonista en estos años de trabajo ha sido, y aún sigue siéndolo hoy, «la alternancia de confianza y desazón». En una obra compleja, multidisciplinar y de larga elaboración, el capítulo de los agradecimientos ha de ser por necesidad dilatado. El que sigue en las próximas líneas es, además, hondamente sentido. Comenzando por las instituciones, mi mayor gratitud la merece el Ministerio de Educación y Ciencia de España que ha financiado la elaboración esta investigación durante más de cinco años a través de dos Proyectos sucesivos, respectivamente Genes, lenguas y topónimos. Prehistoria étnico-lingüística de Europa y Asia Suroccidental (HUM2005-01340) y Lenguas y pueblos de Europa y Asia Suroccidental a la luz de la Genética y la Lingüística (FFI2008-03252/FILO). En segundo lugar mi gratitud se extiende al Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo en cuyo marco se ha realizado la mayor parte del trabajo. Y por extensión a la Facultad de Filología y la Universidad de Salamanca en las que el Departamento se incardina orgánicamente. A esas tres instituciones debo toda clase de facilidades materiales, bibliográficas y administrativas sin las que no hubiéramos podido realizar la tarea diaria. En tercer lugar incluyo en mis agradecimientos al Instituto de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, uno de cuyos miembros, Carlos Jordán, coautor de este libro, ha gozado de la asistencia y el apoyo de ambas instituciones. El Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Santiago de Compostela ha acogido periódicamente nuestras reuniones interdisciplinares durante estos largos años. Y la Facultad de Matemáticas de la Universidad de la Coruña ha permitido que uno de sus miembros, Ricardo Cao, se ocupe de los análisis matemáticos y estadísticos de nuestro material onomástico. En el ámbito de los agradecimientos personales he de incluir en primer lugar y sobre todo a los coautores M.ª P. Fernández Álvarez, C. Jordán Cólera y B. M.ª Prósper Pérez su dedicación y disponibilidad. ...