SEÑUELOS CONTRA EL OLVIDO (ANTOLOGÍA)

La poética de R. Vargas es muy peculiar y personal, quizá como resultado de su autoformación a través de sus múltiples lecturas. Él se confiesa sobre todo admirador incondicional de César Vallejo, con quien se siente identificado. Admira su militancia izquierdista, sus convicciones, su actitud ante la vida, su lucha por la igualdad, su radical inconformismo que se trasluce también en su poesía. Le fascina la libertad con que Vallejo se permite romper la lógica del discurso o violentar la norma lingüística; su experimentalismo expresivo, acuñando nuevos términos. (...) Al margen de valoraciones y juicios críticos, escribir ha sido para Rafael Vargas tan necesario como respirar; poesía y vida resultan en él inseparables. Más aún, la poesía le ha servido de catarsis, tabla de salvación, logoterapia. Su rebeldía, su queja y sus heridas han ido drenando por los raíles del verso. Por eso esta búsqueda de ser, este libro, Señuelos contra el olvido, podría denominarse, remedando el título de Boecio, LA CONSOLACIÓN POR LA POESÍA.