Carta al hijo con vocación enciclopédica, aquí se trata de un padre que, al niño que ve crecer a su lado, le habla incansablemente de La isla del tesoro, de la importancia del lenguaje, de la Ilíada, de las leyendas arturicas, de etica, de Las mil y una noches, de esos maestros que se recuerdan toda la vida, de los Reyes Magos, del panico a la educacion que se tuerce, del western, del aburrimiento, de los vikingos, del Arca de Noe, de los padres aguafiestas, de los tres mosqueteros (que en realidad eran cuatro). Ese padre enseña a su hijo una forma de disfrutar del cine que incluye Las Tortugas Ninja y Ciudadano Kane. Le descubre Un mundo feliz al mismo tiempo que le previene contra el peligro de las drogas. Le desaconseja los libros de autoayuda y le recomienda a Lovecraft. Y le habla del Kraken, de los cuentos de hadas, de la descortesia, del reino del Preste Juan, de Robin Hood, de futbol y de ajedrez, de los jardines colgantes de Babilonia, de la amistad, de Leonidas de Esparta, del Cantar de los Nibelungos, de los Conquistadores. Aqui se trata de un dietario paterno repleto de historias y reflexiones con las que, aunque sea a retazos, un padre quiere entregar a su hijo una suerte de mapa que acaso le conduzca al tesoro de una vida mas anchurosa.
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