Los cuentos de Las mil y una noches han alcanzado con justicia celebridad y fama. N o solo sirvieron para detener durante mil y un días la cuchilla vengadora de un rey irritado, sino para que su suspensión detuviera el tiempo durante varios siglos y llegara hasta nuestros oídos. No deja de ser curioso que en el canon no figuren algunos de los cuentos más populares, como Alí Babá o Aladino, pero eso solo quiere decir que las Sherezade se multiplicaron con los años. Ahora otro contador, Juan Tébar, nos lo ha contado de nuevo. Y otros ilustradores los ilustran.