Sinopsis de DISCURSO DEL METODO; MEDITACIONES METAFISICAS
El cartesianismo hace mucho tiempo que murió. El pensamiento de Descartes, sin embargo, pervive y pervivirá mientras exista como guía de reflexión la libertad de pensar. Este principio constituye la más deliciosa fábula que el hombre pudo inventar, y eso se lo debe a la humanidad, en buena parte, a Descartes y, especialmente, a las dos obras que el lector tiene entre sus manos. Leer a Descartes es uno de los mejores ejercicios para mantener vivo el más importante impulso de la filosofía moderna: una duda previa absoluta, un escepticismo como punto de partida del genuino saber. Con todo, el principal mérito del que pasa por ser el primer racionalista oficial de la historia de la filosofía, ha consistido en su matizada crítica al pensamiento dogmático. Nada, efectivamente, puede ser aceptado en virtud de una autoridad cualquiera. Este héroe del pensamiento moderno, en palabras de Hegel, ha llevado a la filosofía por caminos apenas percibidos anteriormente, atreviéndose, por decirlos en palabras de D''Alembert, a enseñar a las buenas cabezas a sacudirse el yugo de la escolástica, de la opinión, de la autoridad; en una palabra, de los prejuicios y de la barbarie y, con esta rebelión cuyos frutos recogemos hoy, ha hecho a la filosofía más esencial quizá que todos los que ésta debe a los ilustres sucesores de Descartes.
Ficha técnica
Traductor: Manuel Garcia Morente
Editorial: Espasa Libros, S.L.U.
ISBN: 9788423919666
Idioma: Castellano
Número de páginas: 200
Tiempo de lectura:
4h 42m
Encuadernación: Tapa blanda
Año de edición: 2002
Plaza de edición: Madrid
Colección:
Coleccion Austral (Nueva)
Coleccion Austral (Nueva)
Número: 166
Alto: 17.0 cm
Ancho: 11.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por René Descartes
Nació en 1596 en La Haye, Turena (Francia). Junto a los típicos estudios clásicos, Descartes estudió matemáticas y escolasticismo, con el propósito de orientar la razón humana para comprender la doctrina cristiana. Estuvo muy influido por el Catolicismo. Se licenció en Derecho en la Universidad de Poitiers, sin embargo, nunca ejerció la profesión jurídica. En 1649 Descartes fue invitado a la corte de Cristina de Suecia en Estocolmo para dar a la reina clases de filosofía. Aquí murió en 1650 de una pulmonía. Diecisiete años más tarde, su cadáver volvió a París, donde fue sepultado.