El último mohicano es probablemente, junto a Moby Dick y el “Huck” de Twain, la obra norteamericana más importante del siglo XIX. Publicada en 1826, cumple ahora doscientos años.
La masacre del fuerte William Henry, situado en la provincia de Nueva York, en 1757, es la tragedia histórica en torno a la cual publica James Fenimor Cooper su novela The last of the Mohicans en 1826. Desde entonces se ha convertido en una de las obras más conocidas de la literatura universal, y, con Moby Dick, de Herman Melville (1851), y Huckleberry Finn, de Mark Twain (1884), en una de las novelas más populares de la literatura norteamericana de todos los tiempos.
Las jóvenes Cora y Alice Munro, hijas del coronel al cargo del fuerte, viajan a reunirse con su padre, que permanece sitiado por los franceses y los indios montcalm. En el camino se encuentran con explorador blanco Ojo de Halcón y los indios mohicanos Chingachgook y su hijo Uncas, que es considerado el último miembro de su tribu desaparecida. Pero la traición del guía de la tribu de los hurones llamado Magua, hace que las jóvenes sean capturadas por los indios.
Una novela que resalta los altos valores de los mohicanos como la sabiduría, la bravura, la modestia y la generosidad y en la que, sobre todo, emerge la figura de Cora, una joven mestiza fuerte y valiente que se convierte en la verdadera heroína de esta novela universal que, hace doscientos años, leyeron con asombro los hijos de aquellos colonos norteamericanos.
Esta nueva traducción de Miguel Temprano García se publica cuando se cumplen dos siglos de la primera edición americana.