Estas Memorias abarcan esencialmente el período 1931-1936, es decir, los años en los que se gesta el gran drama de la historia contemporánea española, desde la incruenta proclamación de la Segunda República hasta el alzamiento militar del 18 de julio. De los protagonistas de aquella época no son muchos los que han dejado una huella tan profunda en la vida política nacional como el autor de este libro. Gil-Robles fue, en efecto, el máximo dirigente de las derechas españolas, jefe de uno de los partidos más numerosos que han existido nunca en el país, que, tras el triunfo electoral de 1933, tuvo que luchar en una dificilísima posición en dos frentes, mientras las izquierdas republicanas le cerraban el acceso al poder y las derechas presionaban sobre él para que resolviera el conflicto mediante una dictadura personal. Tachado por las izquierdas de fascista y por la extrema derecha de liberal, Gil-Robles proclama en sus Memorias su fe en los ideales democráticos y cristianos; si pudiera resumirse su actuación política, cabría decir que fue un intento de llevar a las fuerzas de derecha al poder dentro de la legalidad republicana. Sólo así creía Gil-Robles que podía evitarse la guerra civil, pero el estallido de ésta arruinó las esperanzas del antiguo líder de la CEDA y no fue posible la paz.