Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013, firma uno de los más conmovedores, delicados y brutales testimonios de amor y dependencia jamás escritos.
Octubre de 1921. Angelina Beloff, pintora rusa exiliada en París, envía una carta tras otra a su amado Diego Rivera, su
compañero desde hace diez años, que la ha dejado abandonada y se ha marchado a México sin ella. Angelina, a quien Diego se
dirige con el diminutivo de Quiela, fue la primera esposa del muralista mexicano y una excelente pintora, eclipsada por el genio
de su marido. Su relación, marcada por la pobreza y por la tiranía de Rivera, fue tormentosa, y la adoración de Quiela,
incondicional. Brutal, ególatra, irresistible, Rivera se nos dibuja como un monstruo que hace su voluntad en el arte y el amor.
«Ella me dio todo lo que una mujer puede dar a un hombre», diría Rivera. «En cambio, recibió de mí todo el dolor en el corazón
y la miseria que un hombre puede causarle a una mujer.» Una nouvelle rescatada por Impedimenta en edición especial.
Elena Poniatowska nació en París en 1932. Hija del príncipe Jean Evremont Poniatowski Sperry y de Paula Amor de
Ferreira Iturbe, es heredera del título de princesa de Polonia por ser descendiente del rey Estanislao II, último monarca del país.
En 1941 llegó a México con su madre huyendo de la segunda guerra mundial. El padre, en cambio, alistado en el ejército
francés, combatió en la guerra hasta la victoria, momento en que viajó a México para reunirse con su familia. Elena Poniatowska
fue enviada a los Estados Unidos a estudiar. De nuevo en México, pronto decidió dedicarse al periodismo. Así, en 1953 empezó
a trabajar en el diario Excélsior escribiendo crónicas sociales, y el año siguiente comenzaría su colaboración en el periódico