SHILOH

«Bobbie Ann Mason me ha causado una gran impresión. Me siento completamente sumergido en sus historias mientras las leo y, al terminarlas, noto que me han dejado un poso» (Raymond Carver).

Adscrita por la crítica al movimiento literario del dirty realism, llamado también minimalismo, Bobbie Ann Mason comparte con los demás autores de este grupo el interés por las zonas oscuras de la vida americana, por la vida cotidiana de seres habitualmente excluidos del mundo de la narrativa. Shiloh, su primer libro, que tuvo una excelente acogida y fue galardonado con el Premio Hemingway, es un conjunto muy unitario de relatos largos que dan una visión coherente y agridulce de un Kentucky rural y plácidamente atrasado, pero que acaba de recibir una invasión de modernidad en forma de grandes centros comerciales, feminismo radical, cursos de cocina exótica, etc.

Combinando en su estilo, medido y preciso, los detalles exteriores, descritos de forma vívida, y una observación psicológica que siempre se abstiene de emitir juicios morales, Bobbie Ann Mason presenta una galería de personajes muy diversos, pero que tienen en común la crisis que en ellos produce la quiebra de su sistema de valores. Tanto si se trata de la esposa del predicador, que descubre el valor ansiolítico de las máquinas de marcianitos, como el del disc-jockey frustrado, que usa para ejercer su oficio soñado la megafonía del autobús en el que lleva a un grupo de subnormales, o del camionero tullido, que ve cómo su esposa se va alejando irremisiblemente de él, todos los personajes de este libro asisten, perplejos, al hundimiento de su sueño particular —metáfora del Sueño Americano—. Y, tras el brutal despertar, cuando comprenden que el mundo no es como ellos habían imaginado, se enfrentan a la difícil tarea de seguir viviendo sin las antiguas esperanzas.