Recuerdo una escena, tras dos meses de relación, en mi cama, entre juegos, besos, y más carne en el asador que entre las sábanas. Después de un magnífico sexo hablábamos de nosotros. Y yo osé preguntar, sin anestesia:
¿ Y si nos enamoramos? -le dije esperando que no oyera mi corazón latir.
No. No podemos.Tú tienes tus frentes y yo los míos. -sentenció él.
Demasiado tarde, ya lo estoy Pensé en pronunciar lo que mi cabeza decía, pero me ahogaba en mi propia saliva y mi garganta quedó paralizada.
¿Era lícito decirme que no podíamos enamorarnos estando en la cama y mi cuerpo aún caliente? ¡Solo hacía cuatro minutos que había estado habitándome!