Al descuidar el estudio del lenguaje para ir directamente a las cosas, no se hace más que proyectar en el ser la sombra llevada del discurso, de sus elementos, de sus articulaciones.
Sostenido por esta convicción, Guillermo de Ockham lleva a cabo, al comienzo del siglo XIV, un análisis crítico minucioso de las categorías lógicas y metafísicas legadas por Aristóteles, Porfirio y Boecio: empresa de desrealización que no conduce a un encierro en el lenguaje sino, muy al contrario, a un estudio riguroso de los modos según los cuales los signos verbales y conceptuales se relacionan con las cosas existentes, en su realidad singular.
La Summa de lógica cuya primera parte está aquí traducida por primera vez en castellano, constituye un momento decisivo en la puesta en su lugar de los principios del análisis semántico que desarrollaron buen número de filósofos en el siglo XIV.
Obra mayor para comprender el pensamiento de los últimos siglos medievales, la lógica ockhamista rompe con toda visión de un sistema cosmológico de referencias simbólicas en donde el mundo es él mismo un lenguaje visión dominante desde Agustín y trabaja en reformular en la simplicidad de una relación referencial el cara a cara que se instaura entre el mundo real y el lenguaje como conjunto organizado de signos.
Ficha técnica
Editorial: Edicion Personal
ISBN: 9788499460192
Idioma: Francés
Número de páginas: 520
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 06/08/2010
Año de edición: 2010
Plaza de edición: Madrid
Alto: 24.0 cm
Ancho: 17.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Guillermo de Ockham
Guillermo de Ockham (1295-1350) es conocido como «doctor invincibilis» y otros varios títulos que indican su rica y diversa personalidad. Nacido en Ockham, al sur de Inglaterra, ingresa en la Orden franciscana y estudia en Oxford. Posteriormente aparece como profesor en esta misma universidad desde 1312 a 1324. A partir de esta fecha le vemos envuelto en una lucha dialéctica teológica y política frente al papa. Desde 1328 se pone al lado del emperador Luis de Baviera, cuya defensa frente al papa hizo suya con las célebres palabras «defiéndeme con la espada que yo te defenderé con la pluma». Refugiado en Múnich y en la corte del emperador, Ockham hizo de esa pluma su mejor arma y fue defensor de la «libertad de investigación filosófica y de la vida religiosa».