¿Alguien vendería su alma al diablo por resucitar a un muerto? ¿Alguien sería capaz de pactar con el diablo para tener la oportunidad de charlar, caminar, reír junto al poeta Federico García Lorca, por el que siente fascinación? Sin duda, Olalla sí. El planteamiento de esta obra nace de esta premisa: de la posibilidad de supeditar la propia personalidad a la existencia de alguien que se ha convertido en algo imprescindible para la vida de la protagonista. Olalla se considera parte indisoluble de un todo llamado Lorca, e incluso considera algo imprescindible conocer la vida y obra del poeta al que ve como su punto de referencia, su genio, su destino, su ETERNIDAD… Así, a través de Narciso, un amigo con tendencias esotéricas, se plantea la idea de retar.